Colegio Don Bosco Iquique

Jueves, 06 Agosto 2020

Evangelio viernes 7 de agosto de 2020.

La Palabra dice

Mt. 16, 24-28 – “¿Qué podrá dar el hombre?”.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del Hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Les aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin antes haber visto llegar al Hijo del Hombre con majestad."

 

La Palabra me dice

Pedro acaba de interponerse en el camino de Jesús hacia la Pasión y la Cruz. Y Jesús lo ha llamado Satanás (el Adversario). Porque, en efecto, Satanás ha hablado por boca de Pedro para apartarlo de su misión.

Cuando hoy escuchamos decir a quien sigue a Jesús en tal o cual Iglesia, todo le irá bien, tendrá salud o si se enferma sanará pronto, o tendrá prosperidad económica y tranquilidad familiar, sigue hablando Satanás. En cambio, en el texto que hemos leído, Jesús impone duras condiciones a sus discípulos. Ante todo, los pone ante una opción totalmente libre: “el que quiera”. Jesús no obliga ni presiona a nadie. Respeta e incluso estimula la libertad humana.

Luego exige lo más difícil: negarse a sí mismo, es decir, someterse entera e incondicionalmente a la voluntad del Padre. Pero todavía hay algo que parece peor: cargar con la cruz, maldición extrema, porque eso es lo que hará Jesús. Y Él los va preparando para cuando llegue esa “hora”.

Pero estas dos condiciones representan el camino del amor y la fraternidad. Quien se niega a sí mismo afirma el tú de los otros, la verdadera hermandad. Quien carga su cruz con fe, sabe que es un instrumento de salvación y no de tortura.

Que la vida de por sí es frágil y leve como una hoja de otoño y que toda alegría es efímera, lo han dicho muchos pensadores, incluso ateos. Pero lo que no ha dicho ninguno de ellos es que el sufrimiento y la cruz pueden ser fecundos y “santificadores” cuando se los asume con fe. Y se los lleva con la humildad y dignidad del discípulo, que no es más grande que su Maestro.

Por eso el texto concluye en Gloria. Del mismo modo que el Hijo del hombre goza de la gloria del Padre, Él vendrá a resucitar y glorificar a los discípulos que han cargado la cruz. Finalmente, el último versículo puede referirse a Pedro, Santiago y Juan, el trío de apóstoles que acompañó a Jesús durante la Transfiguración y que tuvieron, por tanto, el privilegio de ver un destello de su Gloria, antes de su resurrección y de su retorno triunfal al fin de los tiempos.

Con corazón salesiano

Don Bosco, como sabemos, fue un gran soñador. Pero sus sueños tienen siempre un sentido pedagógico. Resumimos ahora el sueño de la pérgola o parral de rosas. 

La Virgen lo invita a ir bajo esa pérgola, cubierta de hermosísimas rosas. Don Bosco comienza a caminar, pero las rosas del suelo tenían espinas muy agudas que pinchaban los pies. Tanto que Don Bosco se puso zapatos. Pero aun así, las espinas se le enredaban los pies y le dificultaban el camino. Mientras tanto, muchos de los que lo veían decían: “¡Don Bosco marcha entre rosas! ¡Todo le va bien!”. No  veían las espinas. Muchos sacerdotes y seminaristas lo seguían, pero luego, al sentir los pinchazos se echaban atrás diciendo: “nos hemos equivocado”. Y Don Bosco respondía: “el que quiera caminar deliciosamente sobre rosas, vuélvase hacia atrás y síganme los demás. Porque el parral se iba haciendo más espeso y las espinas herían también los brazos, el cuerpo y la cara. Luego, con los que lo habían seguido, llegó a un hermosísimo jardín y a un edificio monumental, cuya sala de ingreso estaba adornada y cubierta por rosas maravillosas y sin espinas. Y la Virgen le da la interpretación del sueño: “las rosas son símbolo de la caridad ardiente que debe ser tu distintivo y el de tus colaboradores. Las espinas significan las cruces, obstáculos, sufrimientos que les esperan. Pero ¡ánimo! Con la caridad y la mortificación, lo superarán todo y llegarán a las rosas sin espinas”.

A la Palabra, le digo

Señor Jesús, Tú fuiste extremadamente sincero con tus discípulos; es decir, también con nosotros que hoy intentamos serlo. Aunque tus condiciones para seguirte son duras, sabemos que tu espíritu nos acompaña y nos sostiene. Sabemos que aún en las peores situaciones y en las cruces más pesadas, Tú estás con nosotros. Sabemos y creemos que nunca estaremos solos, y esto nos anima a cargar con nuestra cruz. De ella, como de la tuya, saldrá Nueva Vida.
 

Link canción: https://www.youtube.com/watch?v=-XhYQvUEwlQ

Fuente: donbosco.arg/or/youtube/google.

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