Con corazón salesiano
Formar “buenos cristianos y honestos ciudadanos” es la intención expresada muchas veces por Don Bosco para indicar todo lo que los jóvenes necesitan para vivir en plenitud su existencia humana y cristiana al servicio de un mundo distinto, como lo quiere Dios.
Don Bosco no entiende las dos afirmaciones separadas: para él, entre las dos hay una relación de reciprocidad ineludible. Para él no es posible luchar, como cristianos, por una Italia y un mundo más fraterno y justo, sino desde la perspectiva del seguimiento de Jesús. El ideal que Don Bosco persigue, el de aportar, por medio de la educación de los pobres y de las clases populares, al cambio de este mundo, no es solo un ideal sociológico o político, sino es un auténtico acto de fe.
Don Bosco está bien consciente que ser cristiano no es solo cuestión de cumplir prácticas religiosas, sino de un compromiso para seguir a Jesús en la construcción del Reino. No descuida las prácticas religiosas, pero ayuda a vivirlas en una perspectiva de apertura incondicional para buscar y preparar un mundo más fraterno y solidario, partiendo del mismo ambiente de su Oratorio. De los “muchachos-modelos” de quienes escribe las biografías (Domingo Savio, Francisco Besucco, Miguel Magone), subraya siempre su compromiso para hacer de la casa del Oratorio un ambiente que, de alguna manera, se acerque al sueño del Reino, compromiso inspirado y animado por la unión con Dios y por la devoción a la Virgen María. Su “política del Padrenuestro” no es una propuesta pietista y desencarnada, sino (en un lenguaje de hoy, que Don Bosco no podía usar…) un compromiso claro y valiente para apoyar e inventar, si necesario, todo lo que puede ayudar a sus muchachos a empeñarse para que se haga realidad el Reino de Dios: una sociedad donde todos tengan lo necesario para una vida digna, donde se crea concretamente en la posibilidad y la urgencia de cambio, pidiendo perdón y perdonando; donde la lucha contra todo mal es compromiso constante, donde se sepa actuar con auténtica libertad frente a tantas propuestas engañosas que alejan del proyecto de Dios.
La vivencia del sacramento de la Penitencia apuntaba a vivir esta actitud constante de cambios personales y comunitarios, la frecuencia de la Eucaristía hacía experimentar la necesidad de buscar en comunidad la fuerza para no desmayar frente a las dificultades para vivir el proyecto de Dios a nivel personal y comunitario-social.
(Fuente: RICCHIARDI, Luis, sdb. Dimensión política de la pedagogía de Don Bosco.
https://donbosco.org.ar/uploads/recursos/recursos_archivos_1865_758.pdf)
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