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Jueves, 15 Octubre 2020

Evangelio viernes 16 de octubre 2020.

La Palabra dice

Lucas 12, 1-7 - “Dios no olvida a ninguno”

Se reunieron miles de personas, hasta el punto de atropellarse unos a otros. Jesús comenzó a decir, dirigiéndose primero a sus discípulos: “Cuídense de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. No hay nada oculto que no deba ser revelado, ni nada secreto que no deba ser conocido. Por eso, todo lo que ustedes han dicho en la oscuridad, será escuchado en pleno día; y lo que han hablado al oído, en las habitaciones más ocultas, será proclamado desde lo alto de las casas. A ustedes, mis amigos, les digo: no teman a los que matan el cuerpo y después no pueden hacer nada más.

Yo les indicaré a quién deben temer: teman a aquel que, después de matar, tiene el poder de arrojar a la Gehena. Sí, les repito, teman a ese.
¿No se venden acaso cinco pájaros por dos monedas? Sin embargo, Dios no olvida a ninguno de ellos. Ustedes tienen contados todos sus cabellos: no teman, porque valen más que muchos pájaros”.

La Palabra me dice

Podemos ver a Jesús como un amigo y maestro que se preocupa por nosotros, por nuestra felicidad, porque estemos bien, y por eso da consejos. Dice la Palabra que miles de personas se reunieron junto al Señor y él les enseñaba lo verdaderamente importante.

Te invito a meditar algunos puntos que nos pueden ayudar para hoy.

En primer lugar, lo pequeño te puede complicar. Al Jesús le preocupa mucho la hipocresía de la gente que decía y aparentaba estar cerca de Dios. “Cuídense de la levadura de los fariseos: que es la hipocresía”, dice. La levadura es algo pequeño, pero que hace crecer mucho la masa. Con esto Jesús nos invita a cuidarnos de eso también, de lo que parece pequeño, pero que nos puede hacer mucho mal. Y esto no es caer en los escrúpulos, sino más bien saber detectar a tiempo aquello que nos aleja de Dios.

Jesús nos habla de la hipocresía. Cuidarnos de la falsedad, de las caretas, de hacer todo para que nos reconozcan, de la tendencia a la apariencia. Creo que todos estamos seducidos por esto, ¿no? Y eso que muchas veces pasa en lo físico, el “aparentar”, nos puede pasar en lo espiritual también. No terminamos de tener autenticidad y nos convertimos en artistas del camuflaje. Pero Dios quiere que amemos nuestra realidad, porque no hay nada oculto que no deba ser revelado. A Él no le podemos disimular nada, nos conoce y nos ama tal como somos. ¿Qué te parece si hoy empezamos a vivir en la sinceridad de corazón? ¿Qué te parece si empezamos a aceptarnos y a reconocer que Dios nos sostiene? Anímate a amar lo que eres y tus circunstancias.

En segundo lugar, antes que el miedo, está la seguridad. Jesús dice también: “No teman a los que matan el cuerpo y después no pueden hacer nada más”. Muchas veces vivimos con miedos, miedos que nos paralizan y no nos dejan avanzar. Acuérdate que no podemos afrontar ningún tipo de miedo si primero no nos preguntamos cuáles son los sueños de Dios para nuestra vida. Por eso, la primera herramienta para vencer nuestros miedos es el mismo Dios. ¿Quieres superar tus miedos? Bueno, aprende entonces a confiar en Jesús, dando gracias porque Él siempre estuvo ahí, cuidándote. Pregúntate hoy cuáles son tus miedos, pero primero anímate a buscar cuáles son tus certezas.

Por último, Dios no se olvida de ti. Esto es una invitación a la confianza. Qué lindo es saber que Dios no nos olvida. Nos puede pasar a vos y a mí que nos olvidemos del amor de Dios, pero él nunca se olvida. Lo verdaderamente importante es que, si estás leyendo esto, es porque Dios te lo está queriendo recordar. La palabra no está para decirte que no te olvides de Él, sino para recordarte que Dios no se olvida de ti. Él siempre está.

Con corazón salesiano

De la fe de Mamá Margarita, Don Bosco adquiere de niño la certeza de la existencia de un Dios providente y excelso en el amor. Ve la realidad de una unión entre nuestra pobre y frágil humanidad y su tierno Amor. Aprende a confiar más en Dios que en los recursos humanos, incluso en los momentos más desesperados. Aquí radica aquella fe suya inconmovible, capaz de “trasladar montañas” y aquella robusta esperanza que le lleva a mirar más allá de cualquier perspectiva humana; a proyectar y atreverse valientemente con proyectos en los que todos los demás ni siquiera habían soñado. 

Durante los paseos otoñales, Don Bosco hacía ver a sus muchachos la belleza de los campos, la hermosura de la cosecha que se convertía en ocasión propicia para hablar de la bondad de Dios, de la providencia hacia sus criaturas. Todo para Don Bosco era don de Dios. Cuando rezaba el Padre Nuestro, los mismos muchachos se daban cuenta de que su voz asumía un tono especial. Se sentía verdaderamente hijo del Padre que está en los cielos y enseñaba a sentirse hijos a sus muchachos.

A la Palabra, le digo

Te invito a que hoy puedas presentarte ante los demás como realmente sos, evitando cualquier tipo de hipocresía por insignificante que pueda parecer.

Como dice el papa Francisco: "Con Dios nada se pierde, pero sin Él todo está perdido".

Link canción: https://www.youtube.com/watch?v=myS3pi5cQA8

Fuente: donbosco.arg.or/youtube/google.

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