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Miércoles, 30 Diciembre 2020

Evangelio jueves 31 de diciembre 2020.

La Palabra dice

Jn. 1,1-18 - “Habitó entre nosotros”.

Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de Él, al declarar: “Este es Aquél del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo”.
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Dios Hijo único, que está en el seno del Padre.

 

La Palabra me dice

Jesús es la encarnación de Dios, la Palabra hecha carne, la revelación única, de una vez por todas, de Dios en la historia. Todo lo que se aguardó en los siglos, todo, acontece en y mediante Jesús. El texto con que inicia el evangelio de Juan afirma que antes que hubiera algo, existía la Palabra. Y la Palabra, que estaba vuelta hacia Dios, es quien nos lo da a conocer. El Hijo y el relato de su vida, nos contarán la historia de la acción amorosa de Dios en el seno de la historia humana. Para nuestra dicha, entre otros que huyeron vacilantes o lentos de corazón, fueron muchos los que se sintieron convocados al camino y pudieron decirle a Jesús un día: ¿a quién otro iríamos?, reconociendo en sus palabras la vida eterna y abundante que clamaban.

El mundo de Dios y el nuestro están en contacto con lenguaje humano, existe un camino de acceso a Dios y la posibilidad de escucharlo, encontrarlo y recibirlo en casa; porque nuestro Dios tiene por costumbre aproximarse a nuestras vidas, dirigirnos su palabra, visitarnos con su gracia, emitir sus señales. Lo nuestro es tarea de centinelas, ser capaces de percibir su presencia.

Muchos antes que nosotros lo escucharon y dejaron que su Palabra los transforme. No ha de ser tan difícil. Todos esos discípulos y discípulas, vienen a nuestro encuentro para acompañarnos. Ser capaces de oír, ya pone nuestros pies en marcha. Consentir que nos alcance su provocación, guardarla en lo secreto del corazón, sumarnos al camino de verdad y vida abierto por Jesús, nos llevará a andar a su ritmo, aunque parezca locura.

Con corazón salesiano

La encarnación es el eje del tiempo, la hora en que el Reino de Dios se ha hecho cercano a nosotros. Una realidad que nos interpela a ser mediaciones de la dignidad de la persona y su vocación a la felicidad. Donde quiera que estemos, el Sistema Preventivo se nos da como un tesoro espiritual contemplado en este misterio, percibido en el hecho mismo de la encarnación de un Dios que libre y gratuitamente elige compartir la experiencia humana. Nos asociamos carismáticamente a esta radical solidaridad de Dios, Señor de la vida y de la historia, para que todos los jóvenes tengan vida plena. La Encarnación en Jesús de Nazaret es una realidad que recorre toda la historia y nos recorre: Él nos ha enseñado que el lugar para experimentarlo es lo humano. Dios se hizo el “Dios con nosotros” y está escondido en los jóvenes sin amor y sin atención, en los pobres y los pequeños, en los tristes y abandonados, en los que buscan y no encuentran horizontes de liberación. Un llamado, un sueño que nos mantiene despiertos, en una renovada pasión y manifiesto por la vida; pero al que de vez en cuando, como les recordaba María Mazzarello a sus hijas, no está de más quitarle las cenizas y añadirle más leña, para que no se nos apague el fuego.

A la Palabra, le digo

Gracias, Señor, porque nos necesitas. 
¿Cómo anunciarías tu propuesta sin alguien que te escuche en el silencio? 
¿Cómo mirarías con ternura, sin un corazón que sienta tu mirada? 


Fragm. Benjamín González Buelta

Link canción:

https://www.youtube.com/watch?v=HJ622tR3QnY

Fuente: donbosco.arg.or/youtube/google.

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