Evangelio según Juan 15, 26–16, 4
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Consolador, que yo les enviaré a ustedes de parte del Padre, el Espíritu de la verdad que procede del Padre, él dará testimonio de mí y ustedes también darán testimonio, pues desde el principio han estado conmigo.
Les he hablado de estas cosas para que su fe no tropiece. Los expulsarán de las sinagogas y hasta llegará un tiempo, cuando el que les dé muerte creerá dar culto a Dios. Esto lo harán, porque no nos han conocido ni al Padre ni a mí. Les he hablado de estas cosas para que, cuando llegue la hora de su cumplimiento, recuerden que ya se lo había predicho yo’’.
Con corazón salesiano
En tantos patios, en el aula, en los barrios o en un templo pudimos experimentar y testimoniar que en el vínculo educativo y pastoral que se establece entre animadores, educadores y muchachos y chicas de la misión salesiana, el Espíritu mueve los corazones. Dios camina allí en lo cotidiano, clave de nuestra espiritualidad, y llena los corazones de quienes caminan compartiendo camino para iluminar y dejar iluminar, para tender una mano y recibir un empujón, para decir la palabra justo y para escucharla. Así, en comunidad, somos testigos de Jesús Resucitado presente entre nosotros, y no pocas veces signo de contradicción y de nadar contracorriente. ¡Qué siempre nos animemos a sostener nuestra fe hecha vida en la misión que vivimos cotidianamente desde lo cercano, lo pequeño, lo más necesitado!
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