Evangelio según Juan 16, 29-33

En aquel tiempo, los discípulos le dijeron a Jesús: “Ahora sí nos estás hablando claro y no en parábolas. Ahora sí estamos convencidos de que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por eso creemos que has venido de Dios”.

Les contestó Jesús: “¿De veras creen? Pues miren que viene la hora, más aún, ya llegó, en que se van a dispersar cada uno por su lado y me dejarán solo. Sin embargo, no estaré solo, porque el Padre está conmigo. Les he dicho estas cosas, para que tengan paz en mí. En el mundo tendrán tribulaciones; pero tengan valor, porque yo he vencido al mundo”.

Con corazón salesiano

“El Señor está contigo”
 ¡Cuántas veces has experimentado la soledad en la calle desierta de la vida!
 
No fue diferente María en el momento de la Anunciación. El “alégrate llena de gracia…” encuentra en Ella el “¿quién soy yo…”, y el “concebirás y darás a luz…” el “¿cómo será eso…?” Al final da la respuesta, “hágase en mí”. ¡Y apareció la vida entre nosotros!
Dios nos sigue hablando; a veces, nos sentimos desbordados, pero siempre llega el “no temas” de Dios. Él nunca nos deja solos.

Reflexión.

Dios nos sigue hablando; a veces, nos sentimos desbordados, pero siempre llega el “no temas” de Dios. Él nunca nos deja solos.

Fuente: donbosco.arg/or/vaticannews.va/evangelizaciondonboscoiquique.